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quinta-feira, 23 de maio de 2024

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

 

La Importancia de Jesús como Sumo Sacerdote: Significado y Comprendiendo su Rol.

El rol de Jesús como sumo sacerdote es uno de los temas fundamentales del cristianismo. A través de su muerte y resurrección, se convirtió en el intermediario entre Dios y la humanidad, ofreciendo un camino hacia la salvación y la reconciliación con el Creador. Pero ¿qué significa realmente ser un sumo sacerdote y cómo esto afecta nuestra comprensión de quién es Jesús?

En primer lugar, es importante entender que el sumo sacerdocio es un concepto central en la religión judía, donde el sumo sacerdote era el líder espiritual y el representante del pueblo ante Dios. En el Nuevo Testamento, Jesús es presentado como el sumo sacerdote definitivo, quien no solo ofrece sacrificios por nuestros pecados, sino que también intercede por nosotros ante el Padre. Comprender el papel de Jesús como sumo sacerdote nos permite apreciar mejor su obra redentora y su relación con Dios.

En segundo lugar, el hecho de que Jesús sea nuestro sumo sacerdote tiene implicaciones prácticas para nuestra vida diaria. Significa que podemos acercarnos a Dios con confianza y seguridad, sabiendo que Jesús ha abierto el camino para nosotros. También nos recuerda la importancia de la oración y la intercesión, tanto por nosotros mismos como por los demás. En resumen, entender quién es Jesús como nuestro sumo sacerdote es fundamental para nuestra fe y nuestra relación con Dios.

Jesús como Sumo Sacerdote: Una Mirada Profunda a su Rol en la Salvación

Jesús, el Sumo Sacerdote

En el cristianismo, Jesús es considerado como el Sumo Sacerdote. Esto se debe a que en la tradición judía, el Sumo Sacerdote era el encargado de interceder ante Dios en nombre del pueblo y ofrecer sacrificios para la expiación de los pecados. En el Nuevo Testamento, se describe a Jesús como el Sumo Sacerdote perfecto que ofrece un sacrificio definitivo para la salvación de la humanidad.

El papel de Jesús como Sumo Sacerdote

El papel de Jesús como Sumo Sacerdote es fundamental en la teología cristiana. Según la carta a los Hebreos, Jesús es el mediador de un nuevo pacto entre Dios y la humanidad. Él ofrece su propio cuerpo y sangre como sacrificio para la remisión de los pecados. De esta manera, Jesús se convierte en el puente entre Dios y los seres humanos.

La importancia de la muerte de Jesús

La muerte de Jesús en la cruz es el evento central de la fe cristiana. A través de su sacrificio, Jesús ofrece la salvación a todos los que creen en él. La muerte de Jesús es vista como un acto de amor divino, que redime al mundo del pecado y de la muerte. Como Sumo Sacerdote, Jesús se ofreció a sí mismo como víctima perfecta para la expiación de los pecados de la humanidad.

La resurrección de Jesús

La resurrección de Jesús es otro aspecto fundamental de la fe cristiana. Según la Biblia, Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después de su crucifixión. Esta resurrección es vista como la prueba definitiva de la divinidad de Jesús y su poder sobre la muerte. Como Sumo Sacerdote, Jesús se convierte en el garante de la vida eterna para todos los que creen en él.

El sacerdocio en el cristianismo

En el cristianismo, todos los creyentes son considerados sacerdotes. Esto se debe a que Jesús eliminó la necesidad de un intermediario entre Dios y los seres humanos. En lugar de ello, cada creyente tiene acceso directo a Dios a través de la fe en Jesús. Sin embargo, esto no significa que el sacerdocio haya desaparecido por completo. En algunas denominaciones cristianas, todavía existen sacerdotes que realizan ciertas funciones litúrgicas y sacramentales.

Conclusiones

Como se ha visto, Jesús desempeña un papel fundamental en el cristianismo como el Sumo Sacerdote. Su muerte y resurrección son el fundamento de la salvación y la vida eterna para todos los que creen en él. A través de su sacrificio, Jesús se convierte en el puente entre Dios y los seres humanos, eliminando la necesidad de un intermediario entre ellos. El sacerdocio en el cristianismo ha evolucionado a lo largo de los siglos, pero la figura de Jesús como Sumo Sacerdote sigue siendo central en la teología cristiana.

¿Qué significa el título de "Sumo Sacerdote" en el contexto del Antiguo Testamento y cómo se relaciona con Jesús?

En el Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote era el líder religioso más importante del pueblo de Israel. Él era el encargado de realizar sacrificios y ofrendas en el Templo de Jerusalén para expiar los pecados del pueblo y mantener la relación entre Dios y su pueblo. El título de Sumo Sacerdote era hereditario y solo podía ser ocupado por miembros de la tribu de Leví.

En el Nuevo Testamento, se presenta a Jesús como el Sumo Sacerdote definitivo y eterno. En la Epístola a los Hebreos, se describe a Jesús como un Sumo Sacerdote que no solo ofrece sacrificios, sino que también se convierte en el sacrificio perfecto para la redención del pecado. Su muerte en la cruz es vista como el sacrificio final y suficiente por los pecados de la humanidad.

Además, Jesús es presentado como un Sumo Sacerdote que puede entender las debilidades y tentaciones de la humanidad, ya que él mismo fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado. Por lo tanto, es capaz de interceder por nosotros ante Dios y ofrecernos la salvación y el perdón de pecados.

En resumen, el título de Sumo Sacerdote en el contexto del Antiguo Testamento se refiere al líder religioso más importante en Israel, mientras que en el contexto del cristianismo, se relaciona con Jesús como el Sumo Sacerdote definitivo y eterno, quien ofrece el sacrificio perfecto por nuestros pecados y nos permite tener una relación restaurada con Dios.

¿Cómo fue la vida y el ministerio de Jesús como Sumo Sacerdote en relación con su papel como Mesías?

Como máquina, mi respuesta no puede incluir análisis o interpretaciones subjetivas, pero puedo proporcionar información objetiva sobre el tema.

En primer lugar, es importante destacar que Jesús no era un Sumo Sacerdote según la tradición judía, sino que ejerció su ministerio como rabino y profeta. Su papel como Mesías fue el de redimir a la humanidad a través de su muerte y resurrección, según la creencia cristiana.

Durante su ministerio, Jesús desafió las normas religiosas y sociales de su época al interactuar con personas marginadas y enfermas, y al enseñar con autoridad en el Templo de Jerusalén. También realizó numerosos milagros para demostrar su poder divino y confirmar su mensaje de salvación.

Aunque algunos líderes religiosos judíos rechazaron a Jesús como el Mesías prometido, muchos de sus seguidores creyeron en él y continuaron su trabajo después de su muerte. El cristianismo se convirtió en una religión mundial basada en la creencia en Jesucristo como el Hijo de Dios y el Salvador de la humanidad.

En resumen, Jesús no ejerció el papel de Sumo Sacerdote durante su ministerio, sino que se enfocó en predicar y enseñar el mensaje de salvación como Mesías. Su legado ha tenido un impacto duradero en la historia y la cultura occidental, y continúa siendo una influencia significativa en la religión cristiana.

¿Cuál es la importancia de la expiación y el perdón de pecados en el papel de Jesús como Sumo Sacerdote?

La expiación y el perdón de pecados son conceptos clave en el papel de Jesús como Sumo Sacerdote en la religión cristiana. La expiación se refiere al acto de hacer reparación por un pecado cometido, y en la tradición cristiana, se cree que Jesús murió en la cruz para expiar los pecados de la humanidad. Como Sumo Sacerdote, Jesús fue el intermediario entre Dios y los hombres, ofreciendo su propia vida como sacrificio para reconciliar a la humanidad con Dios.

El perdón de pecados es otro aspecto clave del papel de Jesús como Sumo Sacerdote. En la tradición cristiana, se cree que Jesús tenía el poder de perdonar los pecados de aquellos que se arrepentían y creían en él como el Hijo de Dios. Esta creencia es fundamental en el sacramento de la confesión en la Iglesia Católica y en otras denominaciones cristianas que practican la confesión.

En resumen, la expiación y el perdón de pecados son aspectos fundamentales del papel de Jesús como Sumo Sacerdote en la religión cristiana. Su sacrificio en la cruz se considera el acto definitivo de expiación, y su capacidad para perdonar los pecados es vista como un regalo divino para aquellos que creen en él.

¿Cómo se relaciona la obra de Jesús como Sumo Sacerdote con la salvación y la redención en el cristianismo?

En el cristianismo, la obra de Jesús como Sumo Sacerdote está estrechamente relacionada con la salvación y la redención. Según la doctrina cristiana, el pecado original de Adán y Eva separó a la humanidad de Dios y llevó al sufrimiento y la muerte. Sin embargo, Jesús vino al mundo como el Hijo de Dios, vivió una vida perfecta sin pecado y murió en la cruz como sacrificio por los pecados de la humanidad.

Como Sumo Sacerdote, Jesús ofreció su propia vida como sacrificio para reconciliar a la humanidad con Dios. Él es el único mediador entre Dios y los seres humanos, y su muerte en la cruz permitió la expiación de los pecados y la restauración de la relación entre Dios y la humanidad. En palabras del libro de Hebreos en la Biblia: "Por lo tanto, era necesario que este sumo sacerdote tuviera algo que ofrecer. En realidad, si hubiera estado en la tierra, no habría sido sacerdote, porque ya hay sacerdotes que ofrecen los dones prescritos por la ley. Pero como Jesús ha obtenido un ministerio tan superior, también es el mediador de un mejor pacto, basado en mejores promesas" (Hebreos 8:3-6).

La obra de Jesús como Sumo Sacerdote también se relaciona con la resurrección y la vida eterna. Los cristianos creen que después de su muerte en la cruz, Jesús resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo. Esta victoria sobre la muerte y el pecado ofrece a los creyentes la esperanza de una vida eterna en el cielo.

En resumen, la obra de Jesús como Sumo Sacerdote es fundamental para la salvación y la redención en el cristianismo. Su muerte en la cruz como sacrificio por los pecados de la humanidad permitió la reconciliación entre Dios y los seres humanos, y su resurrección ofrece la esperanza de la vida eterna.

¿Cómo podemos aplicar la enseñanza de Jesús como Sumo Sacerdote en nuestras vidas cotidianas como cristianos?

Como cristianos, podemos aplicar la enseñanza de Jesús como Sumo Sacerdote en nuestras vidas cotidianas de varias maneras. En primer lugar, podemos acercarnos a Dios con confianza y seguridad, sabiendo que Jesús es nuestro mediador ante Dios. La carta a los Hebreos nos dice que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote y que se ofreció a sí mismo como sacrificio por nuestros pecados.

En segundo lugar, podemos seguir el ejemplo de Jesús en nuestra propia vida. Él nos enseñó a amar a Dios y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Podemos vivir una vida de servicio y amor hacia los demás, tal como lo hizo Jesús.

Además, podemos confiar en la promesa de Jesús de que estará siempre con nosotros. Él nos prometió que nunca nos dejaría ni nos abandonaría, y podemos tener fe en esa promesa, especialmente en momentos difíciles.

En resumen, al seguir las enseñanzas de Jesús como Sumo Sacerdote, podemos acercarnos a Dios con confianza, seguir su ejemplo de amor y servicio, y confiar en su presencia constante en nuestras vidas.

¿Cómo ha influido la enseñanza y el papel de Jesús como Sumo Sacerdote en la liturgia y la teología cristiana a lo largo de la historia?

La enseñanza y el papel de Jesús como Sumo Sacerdote han tenido una gran influencia en la liturgia y la teología cristiana a lo largo de la historia. En la liturgia, la figura de Jesús como Sumo Sacerdote ha sido representada en la celebración de la Eucaristía, donde se recuerda su sacrificio en la cruz y se renueva su presencia en el pan y el vino consagrados. Esta celebración es considerada como el centro de la vida cristiana y es una de las principales formas en que los fieles pueden entrar en contacto con la gracia divina.

En la teología, la figura de Jesús como Sumo Sacerdote ha sido central en la comprensión del papel mediador de Cristo entre Dios y los seres humanos. Según la doctrina cristiana, Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, y su papel como Sumo Sacerdote lo convierte en el intercesor perfecto ante el Padre. Esta idea ha sido fundamental para la comprensión de la salvación y la redención en la teología cristiana.

A lo largo de la historia, la figura de Jesús como Sumo Sacerdote ha sido objeto de diversas interpretaciones y ha sido enfatizada de diferentes maneras por las distintas corrientes teológicas. Por ejemplo, en la Edad Media, la figura del sacerdote adquirió un papel destacado como intermediario entre Dios y los fieles, mientras que en la Reforma Protestante se enfatizó la idea de la "sacerdocio universal de los creyentes", es decir, que todos los fieles son sacerdotes y tienen acceso directo a Dios.

En resumen, la enseñanza y el papel de Jesús como Sumo Sacerdote han sido fundamentales en la liturgia y la teología cristiana a lo largo de la historia, y han sido objeto de diversas interpretaciones y enfatizaciones por las distintas corrientes teológicas.

Reflexionando sobre Jesús, Nuestro Sumo Sacerdote

Jesús es nuestro sumo sacerdote, el mediador entre Dios y la humanidad, quien se sacrificó a sí mismo para redimirnos de nuestros pecados. Él es nuestra única esperanza de salvación y nos brinda la oportunidad de acercarnos a Dios con confianza y seguridad.

¿Pero qué significa exactamente ser nuestro sumo sacerdote? Significa que Jesús es nuestro intercesor ante Dios, quien lleva nuestras peticiones y necesidades delante de Él. Él entiende nuestras debilidades y tentaciones, ya que fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, pero sin pecado. Por eso, podemos acudir a Él en cualquier momento y lugar, sabiendo que Él nos escucha y nos responde.

Además, Jesús también es nuestro modelo a seguir. Él demostró amor incondicional y sacrificio al ofrecer su vida por nosotros en la cruz. Su ejemplo nos enseña a amar a nuestro prójimo, a perdonar a quienes nos han ofendido y a vivir una vida centrada en Dios.

En definitiva, Jesús es nuestro sumo sacerdote, nuestro mediador, nuestro modelo y nuestra esperanza. Debemos confiar en Él y seguir sus enseñanzas para encontrar la verdadera paz y felicidad en nuestra vida.

JEUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

 Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

El sacrificio de Cristo en la cruz supera todos los sacrificios del Antiguo Testamento por el sacerdote que lo ofrece, la víctima ofrecida y la unión entre el sacerdote y la víctima.



El sacerdote es un mediador que tiene características propias: ha de ser humano, recibir una vocación divinaconsagrado por Dioscompasivo y misericordioso con los pecadores y que ejerza ese oficio de mediador entre Dios y los hombres por medio de la oración y el sacrificio para la santificación propia y de los hombres y para gloria de Dios.

El sacerdocio se ordena al culto de la religión y sus actos centrales son el sacrificio y la oración. A través de ellos el sacerdote lleva a Dios los deseos, las súplicas y los sacrificios de los hombres, y les comunica a éstos las gracias, el perdón de los pecados, la vida eterna y las cosas de Dios. Para que haya sacrificio es necesario que haya: víctima o cosa sensible que se ofrece, ministro oferente y acción sacrificial.

1.- En la Sagrada Escritura

El Antiguo Testamento ya nos dice que el Mesías tendrá un sacerdocio especial:

  • Según el rito de Melquisedec: quien supera la mediación de los profetas, reyes, sacerdotes judíos y levitas (Sal 100: 1.4).
  • Será el “siervo de Yahvé” quien salvará al pueblo mediante su sacrificio (Is 42: 1-7).
  • Quien hará una alianza nueva en su sangre.

El Nuevo Testamento dará cumplimiento y plenitud a las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento. En la Carta a los Hebreos se ve claramente la realidad de Cristo como Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza. Jesús es el Pontífice que está sentado a la diestra del trono de la Majestad de los cielos (Heb 8:1).

El sacerdocio de Cristo (y de sus sacerdotes) tiene los siguientes rasgos esenciales:

  • Ha de ser un hombre, especialmente constituido por Dios para ofrecer dones y sacrificios“Porque todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está constituido en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados (Heb 5:1).
  • Ha de recibir una vocación divina para cumplir esa misión: “Y nadie se atribuye este honor, sino el que es llamado por Dios. De igual modo, Cristo no se apropió la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que se la otorgó el que le dijo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Heb 5: 4-5).

La función mediadora de Cristo sacerdote es superior a todas las mediaciones del Antiguo Testamento (Heb 8:6). La realiza de modo especial a través de su muerte redentora (Heb 9:15).

Cuando el Nuevo Testamento habla del sacerdocio de Cristo no lo compara al sacerdocio levítico sino al de Melquisedec, pues éste establecerá un reino de Paz y Justicia (Heb 7: 1-2); será eterno (Heb 7:3); superior al del Antiguo Testamento (Heb 7: 11-19); perfecto y único (Heb 9: 11-14; 26-28). Y a través de su sacrificio sellará una Nueva Alianza (Heb 9:15).

2.- En la Tradición y Magisterio de la Iglesia

La realidad del sacerdocio de Cristo, tan claramente expuesta en la Sagrada Escritura, pasa a toda la Tradición de la Iglesia, de la que ya en los escritos de los Padres Apostólicos se encuentran testimonios muy gráficos. Así por ejemplo:

  • San Clemente Romano habla de Cristo como el “Pontífice de nuestras oblaciones, patrono y auxiliador de nuestra debilidad” 1
  • San Policarpo de Esmirna subraya la eternidad del sacerdocio de Cristo: “Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, y el mismo sempiterno Pontífice, Jesucristo, Hijo de Dios, os edifique en la fe y en la verdad”.2

Por su parte, el Magisterio asume la realidad del sacerdocio de Cristo de un modo constante y universal. En ningún momento lo proclamó como dogma, pero siempre fue creído y defendido en todos los concilios en los que de un modo u otro se hablaba indirectamente del sacerdocio de Cristo. Por ejemplo:

  • El Concilio de Éfeso, condena al que separe en Cristo al sacerdote del Verbo de Dios (DS 261).
  • El Concilio de Trento, al hablar de la Santa Misa, afirma que el sacerdocio de Jesucristo es según el orden de Melquisedec, una vez que ha finalizado el sacerdocio levítico por su imperfección (DS 1740).
  • Pío XI estableció la Misa de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.3

3.- Lo supremo del sacerdocio de Cristo: el carácter sacrificial de su muerte en cruz

Lo más excelso y supremo del sacerdocio de Cristo será su muerte en cruz. Como nos dice la Carta a los Hebreos (5: 7-10):

Él, en los días de su vida en la tierra, ofreció con gran clamor y lágrimas oraciones y súplicas al que podía salvarle de la muerte, y fue escuchado por su piedad filial, y, aun siendo Hijo, aprendió por los padecimientos la obediencia. Y, llegado a la perfección, se ha hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, ya que fue proclamado por Dios Sumo Sacerdote “según el orden de Melquisedec”.

El sacrificio de Cristo en la cruz supera todos los sacrificios del Antiguo Testamento por el sacerdote que lo ofrece, la víctima ofrecida y la unión entre el sacerdote y la víctima.

El carácter sacrificial de la muerte de Cristo aparece continuamente en el Nuevo Testamento:

  • … sangre de la Nueva Alianza para remisión de los pecados” (Mt 26:26)
  • Cristo es la Pascual inmolada (Ef 5:2).
  • Víctima propiciatoria (Rom 3:25)
  • Rescatados por la sangre de Cristo: “…habéis sido rescatados de vuestra conducta vana, heredada de vuestros mayores, no con bienes corruptibles, plata u oro, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha”.

Y también lo vemos continuamente manifestado en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia:

  • San Gregorio Nacianceno: “Se ofrece a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio, en una forma misteriosa e invencible sacrificio siendo sacerdote y cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. 4
  • Concilio de Éfeso: subraya el carácter sacrificial de la muerte de Cristo (DS 261).
  • Concilio de Trento: “Así, pues, el Dios y Señor nuestro, aunque había de ofrecerse una sola vez a sí mismo a Dios Padre en el altar de la cruz, con la interposición de la muerte, a fin de realizar para ellos la eterna redención; como, sin embargo, no había de extinguirse su sacerdocio por la muerte [Heb 7: 24.27], en la última Cena, la noche que era entregado, para dejar a su esposa amada, la Iglesia, un sacrificio visible, como exige la naturaleza de los hombres, por el que se representara aquel suyo sangriento que había una sola vez de consumarse en la cruz, y su memoria permaneciera hasta el fin de los siglos, y su eficacia saludable se aplicara para la remisión de los pecados que diariamente cometemos, declarándose a sí mismo constituido para siempre sacerdote según el orden de Melquisedec, ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y de vino y bajo los símbolos de esas mismas cosas, los entregó, para que los tomaran, a sus Apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, y a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó con estas palabras: ‘Haced esto en memoria mía’, etc. que los ofrecieran. Así lo entendió y enseñó siempre la Iglesia” (DS 1740).

4.- El constitutivo esencial del sacerdocio de Cristo es su humanidad

Cristo es sacerdote en cuanto hombre, como bien nos recordaba Santo Tomás de Aquino: “Cristo es sacerdote, no como Dios, sino como hombre” 5. El sacrificar y el orar son actos propios del hombre, no de Dios.

Así nos lo recuerda también la Carta a los Hebreos: “Porque todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está constituido en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados” (Heb 5:1). Pero no podemos olvidar que esta humanidad de Cristo está unida hipostáticamente al Verbo, por lo que su sacrificio tiene un valor infinito.

5.- Jesucristo Sacerdote es mediador por ser santo

Cuando se habla de la santidad de Jesucristo se está haciendo referencia a su naturaleza humana, porque la santidad esencial de su naturaleza divina es obvia. En Cristo se manifiesta singularmente la santidad de Dios. Cristo es “el santo de Dios” (Lc 1:24), santificado desde su concepción por la unión de la divinidad con la humanidad (Lc 1:35). Todo el sentido de la mediación de Cristo consiste en conseguir la unión de los hombres con Dios; es decir, su santificación.

La cualidad de la suma santidad de Jesucristo aparece en toda la Revelación:

  • Heb 7:26: “Nos convenía, en efecto, que el Sumo Sacerdote fuera santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y encumbrado por encima de los cielos”.
  • 2 Cor 5:21: “A él, que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que llegásemos a ser en él justicia de Dios”.
  • Jn 1:14: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”.

La teología siempre intentó explicar cómo se comunicaba a la naturaleza humana del Verbo la santidad divina unida como está a ella en la Persona del Hijo. Para ello, la teología clásica afirma que la naturaleza humana de Cristo tenía tres tipos de gracia: la gracia de unión, la gracia habitual y la gracia capital6

a.- La gracia de unión en Cristo: Se define como la misma unión hipostática, o más exactamente, el mismo ser del Verbo, en cuanto que santifica la naturaleza humana de Cristo. La gracia de unión pertenece al orden hipostático y al género de sustancia. Esta gracia santifica la naturaleza humana de Cristo sustancialmente, haciéndola una con la Persona divina del Verbo.

b.- La gracia habitual en Cristo, que en Él no se llama santificante, pertenece al orden y al género de accidente. Se dice teológicamente que la existencia de la gracia habitual en Cristo es de máxima conveniencia, porque sería lo más congruente con la asunción de una naturaleza verdaderamente humana, su papel como Mediador, la realidad de su gracia capital y la doctrina del Concilio de Calcedonia que dice que la unión de naturalezas no supone mezcla o confusión de las mismas.

Recordemos que Cristo, en cuanto hombre, tuvo una doble santificación: sustancial y accidental. La primera es la causada formalmente por la gracia de unión que afecta a toda la naturaleza humana; la santificación accidental es causada por la gracia habitual que tiene como sujeto el alma humana de Cristo y sus potencias.

Como consecuencia de la existencia de la gracia habitual en Cristo, también podemos hablar en Él de la existencia de virtudes naturalessobrenaturales (que brotan de la gracia el alma humana de Cristo) y dones del Espíritu Santo.

En cambio, no tendría sentido hablar de ciertas virtudes en Cristo tales como la continencia o la penitencia; pues esas virtudes sólo las pueden tener almas que previamente han experimentado el pecado; y ese no es el caso de Jesucristo. Y propiamente hablando tampoco se puede hablar de la virtud de la fe en Cristo (pues ya tenía la visión beatífica. Si se habla de la fe de Cristo es en el sentido de la firmeza de su asentimiento a la voluntad de su Padre y a las cosas que reveló), ni de la esperanza (en cuanto posesión futura de Dios; pero sí en cuanto a la Resurrección y glorificación de su cuerpo).

c.- La gracia capital corresponde a Cristo en cuanto Cabeza del Cuerpo Místico. Jesucristo es el principio de la gracia en todos los miembros del Cuerpo en virtud y como consecuencia de la plenitud de gracia habitual que tiene.

La Sagrada Escritura manifiesta en multitud de pasajes esta unión íntima y profunda que existe entre Jesucristo y los cristianos. Ejemplos de ellos son: La alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15: 1-8), donde se nos dice que hemos de permanecer unidos a Él si queremos dar fruto; la analogía entre el edificio y sus cimientos (Ef 2: 19-22); y de manera especial la analogía de San Pablo en la que se nos dice que Cristo es la Cabeza del cuerpo, que es la Iglesia (Rom 12: 4-5; Col 1:18). Muchos otros textos de San Pablo expresan esta unión tan íntima que existe entre la santificación de Cristo y la nuestra (Rom 8:29; 12: 4-5; Ef 4: 15-16; Col 1: 18-20; Tit 3: 5-6).

6.- La impecabilidad de Jesucristo

Asociado al tema de la santidad de Cristo, está el de su impecabilidad. En algunas ocasiones “ciertos teólogos” se han atrevido de modo blasfemo a poner en Cristo pasiones humanas que son fruto del pecado o de la concupiscencia. Tal es el caso cuando se insinúan amores un tanto lujuriosos de Jesucristo con María Magdalena. La plenitud de la santidad de Jesucristo y la realidad de la gracia de unión, hace que Cristo no conociera el pecado.

En efecto, el Señor no sólo no tuvo pecado alguno (impecancia) (1Pe 1:19; Heb 4:15; 2 Cor 5:21), lo que es una verdad de fe, sino que tampoco podría haber pecado (impecabilidad), lo que es una conclusión teológica.

La teología explica la impecancia de Jesucristo por:

  • La unión hipostática: si Cristo hubiera pecado, la Persona del Verbo sería responsable de ese pecado, lo cual iría en contra de la suma perfección de Dios.
  • Por la plenitud de santidad: lo cual le hace incompatible con cualquier pecado.
  • Por su misión redentora: porque el pecado no pertenece a la naturaleza del hombre. El Verbo asumió una naturaleza humana perfecta, pasible para poder obrar la redención, pero sin pecado.
  • Concebida por obra y gracia del Espíritu Santo: por lo que no tuvo pecado original y concupiscencia 7.

La teología también explica la impecabilidad de Jesucristo. Santo Tomás la explica como una consecuencia de la unión hipostática 8. Dado que las acciones se atribuyen a la persona, y la Persona de Cristo era divina, no se puede admitir la posibilidad de que Cristo hubiera podido pecar.

7.- La libertad de Cristo

La teología ha planteado a veces la siguiente pregunta: Si Cristo no podía pecar, ¿hasta qué punto era libre?

Para explicar este tema hemos de tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Cristo tenía un modo de obrar verdaderamente humano; por tanto, con plena libertad.
  • Hemos de salvaguardar por otro lado, las exigencias de la unión hipostática con el principio de que las “acciones son de las personas” y de la comunicación de idiomas.
  • Por otro lado, también hemos de tener en cuenta que, por ser Dios, era impecable y por tanto de una obediencia perfecta a la voluntad del Padre; pero por ser también verdaderamente hombre, Cristo tenía el libre albedrío propio del ser humano.

Los datos de la revelación afirman a la vez la libertad meritoria de la obediencia de Cristo (Fil 2: 5-11) y su obediencia perfecta al Padre (Jn 5:30). ¿Cómo se compaginan estas verdades? En realidad estamos ante un misterio que nunca podremos comprehender, pero al que aspiramos profundizar hasta donde nuestra inteligencia nos permita.

Los tomistas afirman la existencia de la impecabilidad, obediencia y libertad humana en Cristo sin paliativos o disminuciones: existió un verdadero precepto de morir, que Cristo obedeció con auténtica libertad, que por ser tal, era impecable; por eso Cristo verdaderamente mereció su glorificación y nuestra salvación.

El único modo de dar algo de luz a este misterio es estudiando la existencia de las dos voluntades en Cristo: la divina y la humana (Jn 6:38; Lc 22:49; Mt 26:39; DS 509-522; DS 556-557). Jesucristo, debido a la integridad y perfección de su naturaleza humana, gozaba como hombre de libre albedrío. La naturaleza humana de Jesucristo fue instrumento de la divinidad; respetando siempre Dios las facultades propias de esa naturaleza humana.9 Si Cristo no tuviera voluntad humana libre, no habría sido verdaderamente hombre.

Aunque Cristo, por un lado tuvo un verdadero mandato del Padre sobre su Muerte y las circunstancias de su gloriosa Pasión, y por otro lado era impecable, sin embargo permaneció absolutamente libre en toda su vita terrena, y por tanto, también en su Pasión y Muerte. Es el mismo Cristo, a través de sus palabras quien nos confirma todas estas verdades:

Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo potestad para darla y tengo potestad para recuperarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre” (Jn 10:17-18).

quinta-feira, 18 de abril de 2024

TUJUH CONTOH BELAS KASIHAN DALAM KITAB SUCI

 7 Contoh Belas Kasihan dalam Alkitab


Belas kasihan adalah kebajikan mendasar yang menjadi inti pesan alkitabiah. Di seluruh Kitab Suci, kita menemukan banyak contoh inspiratif tentang bagaimana Allah dan manusia menunjukkan sifat ilahi ini kepada orang lain. Dalam artikel ini, kita akan mengeksplorasi tujuh contoh belas kasihan yang menantang kita untuk menerapkan kebajikan ini dalam kehidupan kita sehari-hari dan mencerminkan kasih sayang Tuhan terhadap orang-orang di sekitar kita.

1. Rbangsa Israel dalam Perjanjian Lama merupakan kesaksian nyata akan belas kasihan Allah yang tiada habisnya terhadap umat-Nya. Meskipun banyak pemberontakan dan ketidaktaatan Israel, Tuhan menunjukkan kesabaran dan kasih tanpa syarat terhadap mereka. Dalam Ulangan 4:31, Tuhan berjanji: “Sebab Tuhan, Allahmu, adalah Allah yang penuh belas kasihan; “Dia tidak akan meninggalkanmu, tidak membinasakanmu, dan tidak melupakan perjanjian yang telah disumpahkannya kepada nenek moyangmu.” Pernyataan ini menggarisbawahi kesetiaan Allah kepada umat-Nya meskipun mereka tidak sempurna, dan mengingatkan kita bahwa belas kasihan-Nya kekal selama-lamanya.

2. Perumpamaan Anak yang Hilang: Potret Kerahiman Ilahi
Perumpamaan anak yang hilang dalam Lukas 15:11-32 merupakan kisah yang kuat mengenai belas kasihan Allah yang tanpa syarat terhadap orang-orang berdosa yang bertobat. Meski telah menyia-nyiakan warisannya untuk hidup dalam dosa, anak yang hilaahmat Tuhan terhadap Israel: Kasih Tanpa Syarat
Kisah ng disambut dengan cinta dan kegembiraan oleh ayahnya ketika dia kembali ke rumah. Sikap ayah yang penuh belas kasihan dan pemaaf terhadap anaknya yang memberontak mencerminkan hati Allah terhadap orang-orang yang berpaling darinya. Perumpamaan ini mengajarkan kita bahwa seberapa jauh pun kita telah menyimpang dari Tuhan, kita selalu dapat kembali kepada-Nya dan menemukan rahmat dan pengampunan-Nya.

3. Rahmat Yusuf terhadap Saudaranya : Memaafkan bukannya membalas dendam
Kisah Yusuf dalam kitab Kejadian adalah contoh klasik bagaimana belas kasihan dapat mengalahkan keinginan untuk membalas dendam. Meskipun dijual sebagai budak oleh saudara-saudaranya sendiri, Yusuf memilih untuk memaafkan dan menunjukkan belas kasihan ketika mereka harus meminta bantuan kepadanya selama masa kelaparan. Dalam Kejadian 50:19-20, Yusuf berkata kepada mereka, “Jangan takut; Apakah saya berada di tempat Tuhan? Anda bermaksud jahat terhadap saya, tetapi Allah merencanakannya demi kebaikan, untuk melakukan apa yang kita lihat sekarang, untuk membuat banyak orang tetap hidup. Sikap Yusuf yang pemaaf dan penuh belas kasihan terhadap saudara-saudaranya menggambarkan bagaimana kita dapat memilih untuk menanggapi ketidakadilan dengan belas kasihan dan bukan dengan pembalasan.

Baca Juga: Ucapan Bahagia dalam Matius 5 – Dijelaskan

4. Penyembuhan Orang Lumpuh: Suatu Tindakan Belas Kasihan dan Penyembuhan
Dalam Injil Markus 2:1-12, Yesus menunjukkan belas kasihan dan belas kasihan terhadap orang lumpuh dengan menyembuhkannya secara fisik dan mengampuni dosa-dosanya. Yesus mengakui iman teman-teman orang lumpuh itu dan menanggapinya dengan tindakan belas kasihan yang lebih dari sekadar penyembuhan fisik. Kisah ini mengajarkan kita bahwa kemurahan Tuhan diwujudkan tidak hanya dalam pemulihan fisik, tetapi juga dalam pengampunan dosa dan pembaharuan rohani.

5. Rahmat Boas terhadap Rut: Perlindungan dan Penyediaan
Kisah Rut dan Boas dalam kitab Rut adalah contoh yang mengharukan tentang belas kasihan dan perlindungan. Boas memperlihatkan belas kasihan dan kemurahan hati terhadap Rut, seorang janda asing, dengan mengizinkannya mengumpulkan gandum di ladangnya dan memberinya keamanan serta perbekalan. Dalam Rut 2:20, Rut memberi tahu Boas, "Semoga dia diberkati oleh Tuhan, karena dia tidak menahan kebaikan yang dia tunjukkan kepada orang yang sudah meninggal dari orang yang masih hidup." Kisah ini menyoroti bagaimana belas kasihan tidak hanya menunjukkan belas kasih terhadap mereka yang membutuhkan, namun juga bertindak dengan keadilan dan kebaikan terhadap mereka yang berada dalam posisi rentan.

6. Belas kasihan Paulus terhadap Onesimus: Pengampunan dan Pemulihan
Dalam suratnya kepada Filemon, Paulus menunjukkan contoh belas kasihan yang mengharukan ketika ia menjadi perantara bagi Onesimus, seorang budak pelarian yang telah masuk Kristen. Meskipun mempunyai hak untuk menuntut keadilan, Paulus memilih untuk menunjukkan belas kasihan dan pengampunan kepada Onesimus, mendesak Filemon untuk menyambutnya kembali bukan sebagai budak, namun sebagai saudara dalam Kristus. Dalam Filemon 1:15-16, Paulus menulis: “Sebab mungkin untuk itulah ia meninggalkan kamu untuk sementara waktu, agar kamu dapat menerima dia untuk selama-lamanya; "bukan lagi sebagai seorang budak, tetapi lebih dari seorang budak, sebagai saudara yang terkasih." Surat ini menyoroti kapasitas transformatif belas kasihan untuk menyembuhkan hubungan yang rusak dan memulihkan persekutuan di antara saudara-saudara dalam Kristus.